Cuando era pequeño Gil veía a su padre haciendo madreñas a diario y con catorce años empezó a hacer lo propio. Ahora con setenta y ocho años es uno de los últimos madreñeros del concejo. Es posible ver su trabajo a la venta en mercados de artesanía locales. Junto a las madreñas lucen también las cestas que elabora con madera de avellano y a veces de madera de sangoño, un producto que no pasa de moda.